Durante mi formación y la práctica como médico he estado sumergido en el mundo de las enfermedades, arropado en el modelo biomédico que bajo la influencia cartesiana nos ha impulsado a creer que el cuerpo humano es una máquina que puede analizarse desde cada uno de sus componentes y por consiguiente la enfermedad es el funcionamiento defectuoso de células, órganos y sistemas lo que ha dado lugar a la fragmentación, a la alta tecnificación de la medicina y porque no decirlo a su industrialización que ha conllevado al consumismo en salud, al sobre diagnóstico y al exceso de tratamientos.

Y lo más dramático e inquietante es el hecho de que la investigación médica siguiendo el concepto reduccionista del origen de las enfermedades aspira a la manipulación del genoma, cuyas consecuencias son imprevisibles, una de ellas puede ser el origen de nuevo tipo de enfermedades .

Entonces para que nos sirve una nueva definición, una conceptualización de la salud.

En 1948 La Organización Mundial de la Salud la definió como “Estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente ausencia de enfermedad “ sin lugar a dudas una definición que contenía más que una realidad, una ilusión y que ha dado lugar a una serie de acciones siempre asfixiantes bajo el manto de la enfermedad, que han tornado discapacitados a todos los sistemas de salud, aún en los países ricos.

Usando una lógica diferente y talvez en cierto sentido influidos por una visión más sistémica de la vida, Alejandro Jaddad, Laura O’Grady y 30 expertos reunidos en la Haya en 2009, reconceptualizan la salud como “La capacidad de las personas o de las comunidades de adaptarse y de automanejar los desafíos físicos, mentales y sociales que se les presenten en la vida”; una aproximación más dinámica con la sobrevivencia de nuestra especie, conlleva una invitación a ser participativos, a ser solidarios, a ser creativos.

Si algo bueno tiene la globalización y el cambio climático es que nos han estimulado individual y colectivamente a comprender las interconexiones vinculantes de la naturaleza, la calidad del agua, del aire, de los alimentos, del vestuario, de nuestra casa, la calidad de las relaciones en nuestras comunidades, proporcionan más salud que la medicina misma.

Ante esa aproximación más dinámica del concepto de salud que entrega más responsabilidad a cada persona, nos obliga a ser más DILIGENTES:

Para estar mejor informados en salud.

Para ser mas participativos tanto individual como colectivamente.

Para exigir la producción de alimentos más sanos, menos contaminados.

Para exigir la regulación más estricta de las comidas rápidas que producen más enfermedad.

Para que la práctica médica haga menos daño.

Para participar en verdad en la protección del ambiente.

Talvez entonces, tenga sentido la discusión del concepto de salud.